Papa cuentame otra vez






Si no te surgen ganas de agarrar un cartel de "Abrazos Gratis" y salir a la calle, de tener 6 tachos de basura diferentes y de llegar a las puertas de Lhasa ya sea literalmente o no, entonces la Revolución Pacífica no es un sueño que ocupe tus días y noches y mucho menos algo que puedas promover con convicción.

La Revolución es el sueño de cualquiera, todos querríamos ser un Daniel Cohn-Bendit, un Che Guevara o hasta un Manuel Belgrano para los más soñadores, pero llevar a cabo una obra de la envergadura de la de Ghandi o Jesús (y aquí libro de cualquier nota religiosa al hecho histórico dejando sólo al hombre revolucionario) es aún más difícil y requiere muchos más sacrificios. Se trata aquí de lograr una paz trascendental e inherente a todos los hombres, no vale decir "te respeto (porque sino la sociedad me sanciona)" sino de amar todos los hombres sin distinción y actuar de acuerdo a dicho amor.

Esa es la paz: el amor por la vida, la libertad, la dignidad, la igualdad y la lucha por lograrlos.

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